Y no nevó
Esperaba una mínima señal ante tal gélido día, el frío me helaba los huesos bajo la parada del autobus. Con el frío olvidé que mi corazón tenía que latir para seguir con vida, olvidé tu cumpleaños, olvidé estupidamente el mio. Me cubrí bajo mi paraguas barato, esperando que algun copo se asomara frente a mis ojos, pero nunca pasó, solo sentí frio. Era similar a esa vez que nuestras miradas se cruzaron en aquella reunion familiar, tan frías, como si no hubiese ocurrido nada entre nosotros, algo así como si una amnesia aterradora se apoderara de tí y de mí, destruyéndonos, alejándonos, olvidándonos.
¿te acuerdas ese día de lluvia cuando golpeaste mi puerta y llorabas lamentandote por aquellos errores que para tí eran grandes?, lucías como un niño sin madre, sin cobija, sin nadie. Esa vez solo pude abrazarte, aconsejarte y terminar con un "esto quedará entre nosotros". Pasaron los días y no me hablaste, al parecer la verguenza te impedía cualquier contacto conmigo, no me importó ya que no podía hacer otra cosa más que entenderte.
Y siguieron pasando los días, hasta que un día nuevamente golpeaste mi puerta, pero esa vez venías con un ramo de flores, ¿recuerdas mi rostro de sorpresa?, tu reíste suavemente un poco sonrojado. Yo me escondí tras la puerta escondiendo aquella ropa que no era digna de tus ojos, solo te limitaste a entrar, dejar el ramo en la mesa y besar estos labios que hasta ese entonces no tenían dueño... como olvidar aquellos tiempos de primavera.
Pero ahora estoy aquí, en el mismo lugar donde nos conocimos tan magicamente, la diferencia es que ahora ya no espero que estés en la esquina esperándome con esa sonrisa tan cálida, te fuiste y me olvidaste... supongo que es lo mejor para tí, porque para mí no lo es, ni lo será.
Ahí viene mi bus, miro al cielo y compruebo nuevamente que este día no nevó.
¿te acuerdas ese día de lluvia cuando golpeaste mi puerta y llorabas lamentandote por aquellos errores que para tí eran grandes?, lucías como un niño sin madre, sin cobija, sin nadie. Esa vez solo pude abrazarte, aconsejarte y terminar con un "esto quedará entre nosotros". Pasaron los días y no me hablaste, al parecer la verguenza te impedía cualquier contacto conmigo, no me importó ya que no podía hacer otra cosa más que entenderte.
Y siguieron pasando los días, hasta que un día nuevamente golpeaste mi puerta, pero esa vez venías con un ramo de flores, ¿recuerdas mi rostro de sorpresa?, tu reíste suavemente un poco sonrojado. Yo me escondí tras la puerta escondiendo aquella ropa que no era digna de tus ojos, solo te limitaste a entrar, dejar el ramo en la mesa y besar estos labios que hasta ese entonces no tenían dueño... como olvidar aquellos tiempos de primavera.
Pero ahora estoy aquí, en el mismo lugar donde nos conocimos tan magicamente, la diferencia es que ahora ya no espero que estés en la esquina esperándome con esa sonrisa tan cálida, te fuiste y me olvidaste... supongo que es lo mejor para tí, porque para mí no lo es, ni lo será.
Ahí viene mi bus, miro al cielo y compruebo nuevamente que este día no nevó.