¡Hey!, haga una pausa, detenga el motor, míreme a los ojos y observe.
Son mis ojos los que huyen cuando me mira, y usted lo sabe. Deje ese manubrio por un instante, levántese de su asiento, baje de su auto y mire como las estrellas están fijas allá en aquel despejado cielo nocturno.
Y le digo, es usted el que se pone diferentes abrigos en distintas situaciones, situaciones que lo ameritan, situaciones que le pueden agradar, como desagradarle. Elija usted un abrigo correcto para que salgamos a caminar. Un abrigo grande en donde los dos caminemos sin frio en invierno, un abrigo donde yo pueda contarle todo lo que pienso, donde mi mirada se fije en solo usted y no tenga miedo de ser juzgada.
Asi pues, le digo que también saque su paraguas, o si quiere hacer algo mejor, atrévase a ser bañado por la lluvia y yo estaré ahí a su lado haciendo lo mismo. Atrévase a hacer lo que su mente no le deja hacer, y siga a su corazón que busca bañarse bajo la lluvia y llegar al extasis de la felicidad.
Si usted lo desea, algunos días me alejaré de su lado para que no sienta que ha perdido su vida junto a mí, pues le digo a usted señor, que no deseo robarle su vida, así como yo también busco que usted no se robe la mía. No tenga miedo de decirme que hoy quiere caminar solo, yo lo entenderé y esperaré su regreso, mientras tanto yo también caminaré por mi lado, haciendo mis cosas, sin ofenderlo ni usted a mí.
Asi pues, vuelva a su auto y limpie la suciedad que lo cubre, cuidelo con esmero y lleve a quien quiera en él, pero no olvide aunque sea una vez al mes, bajarse de él, disfrutar de la hermosa lluvia de invierno
... y todo esto sólo si usted quiere.