Él y Ella
Él la conoció a ella por casualidad.
Ella lo conoció a él por casualidad.
Un día soleado.
Un dia apagado.
Él no comprendía porque ella se le hacia intesesante.
Ella no comprendía porque él se le hacia interesante.
Al mirarla.
Al mirarlo.
Al hablarle ella.
Al hablarle a él.
Ninguno de los dos comprendía.
el porque de aquella cercanía.
e inexplicable atracción aquel día.
Él no quería amar más.
Ella no quería sentirse nunca más frustrada.
Él cerró una puerta que juró no abrir.
Ella cambió la hoja de su libro y olvidó.
Él trataba de justificarse.
Ella trataba de ocuparse.
Pero al final, siempre, inevitablemente.
Como la puesta del sol.
Sus miradas se juntaban nuevamente.
Y por segundos.
Sólo segundos.
Eran felices.
Segundos en los que nunca se tocaron.
Segundos en los que nunca se dijieron las cosas que sentian.
Segundos en donde nunca se besaron.
Segundos casi inexistentes.
Así pasó un año.
Hasta que se encontraron por casualidad.
Él la miró y sonrió.
Ella lo miró y sonrió.
Él la invitó a un café.
Ella aceptó.
Y se sentaron en la mesita de madera.
Bajo un árbol que ya empezaba a despedirse.
De su hermosa primavera.
Él bebió un café fuerte y cálido.
Ella bebió un té refinado y suave.
Y sus miradas se juntaron nuevamente.
Por segundos.
Y separaron la vista al mismo tiempo.
Él le contó sobre sus deseos.
Sin entender porqué lo hacía.
Ella le contó su vida.
Sin entender porqué lo hacía.
Él le contó sus penas.
Sin entender porqué lo hacía.
Ella le contó sus angustias.
Sin entender porqué lo hacía.
Él se sintió a gusto.
Ella se sintió a gusto.
Él sintió la felicidad olvidada en él.
Ella sintió el consuelo que nunca sintió.
Él pagó la cuenta.
Ella lo esperó.
Él le dio las gracias.
Ella lo abrazó.
Él no entendía.
Ella tampoco.
Se separaron.
Prometiendo volver a verse.
Él le dió un beso en la mejilla.
Ella lo abrazó como nunca antes.
Él fué feliz con ella.
Ella fue feliz con él.
Pero los dos tienen miedo.
De admitir.
Que esa felicidad.
Es la que andan buscando.
Y Él juró no volver a abrir esa puerta.
Y ella Cambió la hoja de su libro.
Y un día bajo las hojas de Otoño.
Admitieron porfin.
Que eran uno.
Pero a la vez.
No eran lo mismo.
Y apesar de eso.
Eran felices.
Juntos.
Bajo las Hojas de Otoño.